lunes, 27 de mayo de 2013

Un joven chino escribe su nombre en un relieve de un templo de Luxor

Siete caracteres han sido suficientes este pasado fin de semana para dibujar la realidad social de China. Su traducción literal es "Ding Jinhao estuvo aquí". Una inscripción como hay millones en los lugares más variopintos del planeta, cambiando tan sólo el nombre del protagonista.

El problema es que Ding Jinhao, un adolescente de trece años, no ha escogido un lugar cualquiera para dejar la huella de su paso. Lo escribió -al parecer con una piedra- en un bajorrelieve que representa al dios egipcio Amon, en el templo de Amenofis III, en Luxor, durante un viaje a Egipto con sus padres.


Este acto de vandalismo fue denunciado el pasado fin de semana por otro turista del grupo, que colgó la foto en su cuenta de Sina Weibo (el Twitter chino). "Traté de limpiarlo con una toalla de papel, pero no salió. No me atreví a usar agua porque la reliquia tiene más de 3.000 años", dijo Shen. Añadió que se disculpó ante el guía turístico, pero que como aún estaba avergonzado optó por colgar la foto. Lo hizo, según subrayó, para denunciar el mal comportamiento de muchos turistas chinos en el extranjero.

La imagen se difundió rápidamente en internet, con decenas de miles de comentarios acusándole de arruinar la imagen de China, y derivó en una caza virtual al autor. Un fenómeno muy extendido en China, a través del cual los internautas muestran su enojo denunciando a las personas cuya conducta social es escandalosa. Unas acusaciones que empujan a las autoridades a actuar.

En este caso descargaron toda su ira contra el comportamiento de Ding Jinhao por considerarlo un fu er dai (joven rico de segunda generación). Un colectivo que se caracteriza por su arrogancia y su mala educación. Localizaron su nombre, su edad y la escuela donde estudió primaria, cuya web piratearon. Ahora, al acceder a esta página aparece el mismo mensaje que escribió en Luxor: "Ding Jinhao estuvo aquí".

Esta presión impulsó el domingo a sus padres, una familia acomodada de Nankín, a disculparse públicamente a través de un diario local. Tras pedir excusas al pueblo egipcio, el padre de Ding reconoció: "No hemos hecho bien nuestro trabajo. No le hemos dado una educación suficientemente buena". La madre, por su parte, señaló que "desde la infancia le llevamos de viaje. A menudo veía casos similares, pero no pensé en decirle que no debe hacerse. La capacidad de los niños para imitar es muy alta".

Casualidad o no, este caso de mala conducta en el extranjero se ha conocido apenas una semana después de que el viceprimer ministro Wang Yang alertara sobre la mala educación de los turistas chinos. Afirmó que dañan la imagen del país y condenó "hablar alto en los lugares públicos, colarse en las filas, escupir o escribir caracteres chinos en sitios turísticos". Un llamamiento que Shen se tomó al pie de la letra y denunció la gamberrada egipcia del joven Ding.